Decidir el tipo de ordenador que mejor encaja en nuestras necesidades no es algo que podamos dejar resuelto en unos minutos de búsqueda por Internet o de charla con el promotor de turno. La diversificación de formatos y sistemas operativos se ha venido a sumar a la ya clásica lista de dudas previas a la compra ¿qué procesador?, ¿cuántos gigabytes?, ¿me lo compro ya o espero?, etc. Cada sistema operativo tiene sus ventajas y sus inconvenientes, así como sus defensores y sus detractoresEn la mayoría de los casos hay un elemento clave que define el resto de las opciones y ese es el presupuesto. Tener claro un margen de precio nos permite escoger con equilibrio las especificaciones del equipo y no dejarse llevar por extras innecesarios.
Después de acotar el nivel de gasto asumible llega el primer escollo. ¿Qué SO es mejor? Un Windows, un Mac o tal vez uno de esos nuevos ChromeBook que suenan cada vez más. Cada sistema operativo tiene sus ventajas y sus inconvenientes, así como sus defensores y sus detractores.
Windows sigue dominando el mercado de la ofimática y los videojuegos, y la nueva versión Windows 10 promete mucho, pero sus requerimientos hardware son altos. Los Apple son la opción que mejor combina potencia y sencillez de uso, especialmente para temas relacionados con fotografía, vídeo, diseño gráfico y artistas en general. Por último Chrome es el equivalente de Android pero para ordenadores. Ligero, barato pero requiere conexión a Internet permanente para dar el 100%. En la mayoría de los casos hay un elemento clave que define el resto de las opciones y ese es el presupuesto Ahora vamos con el hardware propiamente dicho. El procesador define la rapidez y fluidez del ordenador. Actualmente es un auténtico lío reconocer por el nombre cuál es el nivel de potencia del microchip, pero hay que tener en cuenta algunos detalles. El primero es diferenciar entre procesadores para ordenadores de sobremesa o para portátiles, que a su vez usan distintos tipos. Pero en general los segundos son la versión de menor consumo pero también menor potencia y también más baratos.
Después también encontramos que existen diferentes niveles de potencia -por ejemplo en el caso de Intel van de menor a mayor el i3, el i5 y el i7-. Finalmente los nombres de los microchips son iguales aunque sean de generaciones diferentes por lo que es muy importante averiguar si es un modelo antiguo o nuevo. Eso se puede saber mirando la nomenclatura técnica que tampoco es una tarea sencilla. Esto nos lleva al siguiente punto: cuándo comprar un ordenador. Esto es un factor que puede influir no solo en el precio, sino también en la longevidad del sistema. Aproximadamente cada 18 meses se presenta una nueva generación de procesadores. Si estamos próximos a esta fecha nos encontramos con la opción de elegir entre apostar por una nueva generación que será más compatible con futuras mejoras o escoger un modelo previo a un precio normalmente rebajado.
Otro punto importante es que la capacidad de actualizar un ordenador es muy superior en un sobremesa que en un portátil, así que habrá que estar seguros de lo que necesitamos a la hora de elegir el segundo. Después llega la elección de la memoria RAM. Cuantos más gigabytes (GB) más fluidos funcionarán los programas. Pero aquí también hay calidades. Las RAM de tipo DDR4 son más rápidas que las DDR3 pero solo se aprovechan de verdad si se va a hacer un uso intensivo del equipo. Como dato positivo, si más adelante se quiere, se puede ampliar la cantidad de RAM en la mayor parte de los casos.